miércoles, 12 de octubre de 2011

La novena viuda . Geling Yan . Alfaguara


¿Por qué me fue imposible dejar de leer una sola palabra de las miles que forman las más de 400 páginas de esta novela? ¿Por qué? Este mes no fue el más tranquilo, ni el más escaso en material de lectura. La verdad, con este libro, me topaba cada 10 ó 15 páginas con un gran "pero" en la línea de la trama. Además, por más que tuviera en claro que la traductora era española, me encontré con unas cuantas oraciones sin ton ni son.En algunas ocasiones no me quedaba clara la intención de la autora y trataba de justificar algunas peculiaridades de sus relatos apelando al realismo mágico como justificante para la aparición de cientos de enanos o cientos de perros. Otras veces, ya lo que pedía era una tregua a la serie de infortunios que arma el entramado de locos de este escrito. Nunca pude entender de dónde sacaban dinero para subirse al tren o al autobús. Mucho menos, pude imaginarme cómo iban y venían del pueblo a la ciudad en cuestión de.......¿minutos? No sé. Hubo un momento que pensé que iban a aterrizar extraterrestres, ya que era, más o menos, lo único que le faltaba a la narradora de considerar como digno de contarse, después de un tigre manco, por supuesto. En fin...me la pasé en un estira y afloje bastante interesante. Tal vez, más que eso, fue un balanceo, un entrar y salir del occidente al oriente y viceversa. Un forcejeo entre MI sentido de la narrativa y el de la autora. Pudiera decir que hice amistad con el libro de una manera, bastante accidentada. Tuve que ceder en mi rigidez eurocéntrica para darle paso, simple y sencillamente a lo que le diera la gana a la autora de contarme, y ¡qué manera de tener ganas! 40 años de vidas, vidas y más vidas, con sus muertes, sus nacimientos, sus hambres y sus miserias. 40 años de lucha y sobrevivencia. De cambios y de permanencias. Como siempre, de amores y desamores, aunque en este mundo nuevo, superpoblado y oscilante entre pasado y futuro, los afectos sean totalmente extraños a los que estaba acostumbrada a encontrar entre portadas. Si como dicen mis libros de metodología, cada novela es un microcosmos creado por el autor, debo aceptar que tenía mucho tiempo de no enfrentarme a un creador que mostrara tal obstinación en detallar ese universo, con sus reglas propias, con su lógica y pertinencia particular, con personajes revisitados y revitalizados con motivaciones un poco olvidadas en este lado del mundo. Al parecer, me tardé en entender que lo que estaba leyendo ¡eran puros cuentos chinos! Lo dicho, este libro da mucha tela para cortar y para como van las cosas, me voy a tardar varios meses en terminar de cortarla. Gracias Sra. Yan por su obra.

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